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Manatí

Aulas temporales palafitos

 

Cuando las aguas del canal del Dique se unieron a las del embalse de El Guájaro en medio de la gran tragedia invernal de finales de 2010, cientos de niños perdieron su escuela. El proyecto de aulas palafíticas les devolvió el derecho a la educación. La Institución Agropiscícola Las Compuertas, en Manatí, Atlántico, se convirtió en un oasis para una comunidad que lo perdió todo, menos el derecho a soñar.

 

 

En Manatí, Atlántico

Una escuela encaramada en zancos

Pilar Lozano

 

—La escuela es más bonita que mi casa—confiesa Yurlanis como si arrastrara unas palabras cargadas de dolor, un dolor muy grande para una niña de apenas 8 años.

 

Y cuando le pregunto el porqué de esa tristeza que se le escapa por unos ojos negros y grandes, me responde sin afanes:

—Así es siempre mi cara. —Adivina mi desconcierto y añade: —es que me gusta pensar las cosas. Se voltea y recuesta su cabeza en una baranda; permanece unos minutos quieta, muda, como quien fabrica pensamientos.

 

Veo su perfil perfecto, de muñeca de ébano; parece pintado con plumilla. Se rasca la cabeza como si le apretaran las trenzas que todas las mañanas le hace su mamá para que vaya bien presentada a la escuela.

 

Son las 10 de la mañana, hora de recreo en el Centro Educativo Agropiscícola Las Compuertas, en la vereda El Limón, municipio de Manatí, sur del Atlántico. Estamos sentadas −junto a Charo y a Elianes− al inicio de la rampa que sube a una de las ocho aulas de esta escuela construida con un sistema de paneles atornillados con platinas y acoples. Es provisional y desarmable; las aulas están encaramadas sobre pilotes que las separan unos 50 centímetros del piso. Una escuela con zancos.

 

Entre monosílabos y abrazos, logro que Yurlanis me explique por qué es más bonita la escuela que su casa.

—Es desenredada, —dice con voz firme. Me mira a los ojos y aclara: —cuando las cosas no están ordenadas, no hay espacio. Mi casa es enredada.

 

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Pilar Lozano

Nació en Bogotá. Periodista, escritora de literatura infantil y juvenil, promotora de lectura y escritura. Su primer libro, Socaire y el capitán loco, surgió mientras realizaba una crónica a bordo de un buque oceanográfico. Ha publicado diecisiete libros, entre ellos: La estrella que le perdió el miedo a la noche; Turbel, el viento que se disfrazó de brisa; Colombia, mi abuelo y yo; El violinista de los puentes colgantes; La guerra no es un juego de niños. El último, Así vivo yo, recoge historias de vida de niños de distintas regiones del país. Por 25 años fue la corresponsal independiente del diario El País de España en Colombia. Se ha especializado en el tema de infancia y conflicto y en el manejo periodístico responsable en temas de infancia. Es escritora asociada a la Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa, Relata.

Pilar Lozano

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